Luego de hacer referencia a ciertos hechos ocurridos en su época, en los que participan la ideología marxista y fascista, Walter Benjamin dice que los elementos que expondrá deberían ser utilizados para la formación de una política artística revolucionaria. Empieza haciendo referencias de la historia de la reproducción técnica del arte, remontándose a la fundición de metales entre los griegos hasta la aparición de la litografía y la fotografía en el siglo XIX.
Su opinión es que la reproducción de una obra de arte desprecia su aquí y ahora, haciendo que sufra una especie de profanación. Dice que su aura se ve atrofiada y que por lo tanto la tradición se ve conmocionada. Entonces nos habla sobre el fenómeno cinematográfico a lo largo del ensayo, diciendo que el cine es uno de los grandes destructores del aura. Benjamin define el aura como la manifestación irrepetible de una lejanía. Podemos interpretarla como aquella que hace a los objetos irrepetibles durante un momento fugaz.
Nos dice que las obras artísticas más antiguas surgieron en un contexto ritual y mágico, posteriormente religioso. Para Benjamin el valor de la autentica obra artística está fundado en el ritual que le dio origen. Interpreta que la crisis del arte hizo que este reaccionara con su teoría del arte por el arte y la búsqueda del arte puro. A su parecer esto es un error, ya que opina que el arte debería tener una función arraigada a lo social.
Nos dice que la recepción del arte sucede principalmente bajo dos condiciones: la valoración cultual y la valoración exhibicionista. Cuando un artista se emancipa del regazo ritual entonces sus productos son exhibidos profanamente. La época de su reproductibilidad técnica desligó al arte de su fundamento cultual. Como ejemplo de valor cultual, se pone el culto al recuerdo de los seres queridos a través del retrato fotográfico.
Hace una crítica muy dura al cine, opina que sus técnicas son tan artificiosas que las actuaciones se ven manipuladas por los enfoques ópticos. Asimismo, dice que los actores pueden acomodar su actuación, hecho que no ocurre en el teatro, y, que al ocupar el aparato el lugar del público, el aura del autor y su personaje desaparecen. Nos ilustra su idea con un ejemplo que compara al mago y al cirujano con el pintor y el operador de la cámara. El mago mantiene la distancia natural con su paciente, al igual que el pintor y su lienzo, mientras que el cirujano se adentra operativamente en el enfermo, al igual que el operador y el elemento encuadrado.
También nos habla sobre el nuevo papel del autor y el público, considera un problema que la distinción entre ambos esté perdiendo sus carácter sistemático. Por otro lado, dice que al perder el arte importancia social, más fuerte es la actitud crítica del público, ya que lo convencional se disfruta sin necesidad de crítica.
Posteriormente nos habla del papel que la burguesía cumple en su contexto. Dice que ésta se convirtió en una escuela de conducta asocial con necesidad de escándalo y búsqueda de distracción, que convirtió la obra de arte en un objeto productor de escándalo, y como ejemplo coloca a los dadaístas. Dice que toda esta crisis del arte hizo que el cine se viera favorecido. Sobre el cine dice muchas cosas, la mayoría poco positivas, en este resumen se ha puesto lo que pareció más relevante.
El texto de Benjamin toca verdades, por muy cerradas que puedan parecer ciertas ideas. El papel del arte ha cambiado y la concepción que tenemos de él no es la misma de antes. Esto no quiere decir que por ser diferente es un arte malo, yo diría que es reflejo de lo que nuestra civilización es en estos momentos. Lo cultual no se ha perdido sólo en el arte, sino en muchos ámbitos de la vida. La gente tiene un ritmo de vida diferente, las cosas se mueven aceleradamente y los rituales son dejados de lado. Hablo del ritual en el sentido estricto de la palabra: dar significación a un hecho u objeto conscientemente.
Decimos esto refiriéndonos al modo de vida que constantemente se nos vende, a lo que vemos en los medios y la calle. Muchos quedan exentos de este mundo, muchos quieren una vida llena de rituales, y por lo tanto, también podemos encontrar obras de arte de valor cultual. Lo que si refutamos es lo dicho sobre el cine. El cine tiene una técnica muy distinta a la de las artes clásicas, esto no quiere decir que no pueda despertar sentimientos y reflexiones profundas. Cuando Benjamin habla del aura, se refiere a algo muy complejo, pero en todo caso, pareciera que para él, tiene aura todo lo que se nos presenta en vivo. Da mucho valor a la presencia. En ese caso, el cine no cumple con los requisitos de presencia. Sin embargo lo que las bellas artes despiertan en nosotros, también lo despierta el cine. No importa cuál es la técnica, lo que importa es como es usada.