miércoles, 6 de enero de 2010

Resumen analítico sobre "La era de la reproductibilidad técnica" de Walter Benjamin (TERCERA EVALUACIÓN)

Luego de hacer referencia a ciertos hechos ocurridos en su época, en los que participan la ideología marxista y fascista, Walter Benjamin dice que los elementos que expondrá deberían ser utilizados para la formación de una política artística revolucionaria. Empieza haciendo referencias de la historia de la reproducción técnica del arte, remontándose a la fundición de metales entre los griegos hasta la aparición de la litografía y la fotografía en el siglo XIX.

Su opinión es que la reproducción de una obra de arte desprecia su aquí y ahora, haciendo que sufra una especie de profanación. Dice que su aura se ve atrofiada y que por lo tanto la tradición se ve conmocionada. Entonces nos habla sobre el fenómeno cinematográfico a lo largo del ensayo, diciendo que el cine es uno de los grandes destructores del aura. Benjamin define el aura como la manifestación irrepetible de una lejanía. Podemos interpretarla como aquella que hace a los objetos irrepetibles durante un momento fugaz.

Nos dice que las obras artísticas más antiguas surgieron en un contexto ritual y mágico, posteriormente religioso. Para Benjamin el valor de la autentica obra artística está fundado en el ritual que le dio origen. Interpreta que la crisis del arte hizo que este reaccionara con su teoría del arte por el arte y la búsqueda del arte puro. A su parecer esto es un error, ya que opina que el arte debería tener una función arraigada a lo social.

Nos dice que la recepción del arte sucede principalmente bajo dos condiciones: la valoración cultual y la valoración exhibicionista. Cuando un artista se emancipa del regazo ritual entonces sus productos son exhibidos profanamente. La época de su reproductibilidad técnica desligó al arte de su fundamento cultual. Como ejemplo de valor cultual, se pone el culto al recuerdo de los seres queridos a través del retrato fotográfico.

Hace una crítica muy dura al cine, opina que sus técnicas son tan artificiosas que las actuaciones se ven manipuladas por los enfoques ópticos. Asimismo, dice que los actores pueden acomodar su actuación, hecho que no ocurre en el teatro, y, que al ocupar el aparato el lugar del público, el aura del autor y su personaje desaparecen. Nos ilustra su idea con un ejemplo que compara al mago y al cirujano con el pintor y el operador de la cámara. El mago mantiene la distancia natural con su paciente, al igual que el pintor y su lienzo, mientras que el cirujano se adentra operativamente en el enfermo, al igual que el operador y el elemento encuadrado.

También nos habla sobre el nuevo papel del autor y el público, considera un problema que la distinción entre ambos esté perdiendo sus carácter sistemático. Por otro lado, dice que al perder el arte importancia social, más fuerte es la actitud crítica del público, ya que lo convencional se disfruta sin necesidad de crítica.

Posteriormente nos habla del papel que la burguesía cumple en su contexto. Dice que ésta se convirtió en una escuela de conducta asocial con necesidad de escándalo y búsqueda de distracción, que convirtió la obra de arte en un objeto productor de escándalo, y como ejemplo coloca a los dadaístas. Dice que toda esta crisis del arte hizo que el cine se viera favorecido. Sobre el cine dice muchas cosas, la mayoría poco positivas, en este resumen se ha puesto lo que pareció más relevante.

El texto de Benjamin toca verdades, por muy cerradas que puedan parecer ciertas ideas. El papel del arte ha cambiado y la concepción que tenemos de él no es la misma de antes. Esto no quiere decir que por ser diferente es un arte malo, yo diría que es reflejo de lo que nuestra civilización es en estos momentos. Lo cultual no se ha perdido sólo en el arte, sino en muchos ámbitos de la vida. La gente tiene un ritmo de vida diferente, las cosas se mueven aceleradamente y los rituales son dejados de lado. Hablo del ritual en el sentido estricto de la palabra: dar significación a un hecho u objeto conscientemente.

Decimos esto refiriéndonos al modo de vida que constantemente se nos vende, a lo que vemos en los medios y la calle. Muchos quedan exentos de este mundo, muchos quieren una vida llena de rituales, y por lo tanto, también podemos encontrar obras de arte de valor cultual. Lo que si refutamos es lo dicho sobre el cine. El cine tiene una técnica muy distinta a la de las artes clásicas, esto no quiere decir que no pueda despertar sentimientos y reflexiones profundas. Cuando Benjamin habla del aura, se refiere a algo muy complejo, pero en todo caso, pareciera que para él, tiene aura todo lo que se nos presenta en vivo. Da mucho valor a la presencia. En ese caso, el cine no cumple con los requisitos de presencia. Sin embargo lo que las bellas artes despiertan en nosotros, también lo despierta el cine. No importa cuál es la técnica, lo que importa es como es usada.

Resumen analítico sobre "Todas las industrias son culturales" de Daniel Mato (TERCERA EVALUACIÓN)

Es de opinión general que las “industrias culturales” son aquellas que procuran información y entretenimiento a las masas (publicaciones, radio, cine televisión, fotografía, música, espectáculos, entre otros). Sin embargo, Daniel Mato, en su texto Todas las industrias son culturales nos demuestra que el uso que se ha dado a este concepto es erróneo. Nos habla sobre la necesidad de reformular los métodos de análisis para lograr más eficacia en las investigaciones sobre los productos culturales y su producción de sentido en la sociedad.

Nos explica, con ejemplos, que las industrias de juguetería, automóvil, vestido, comida y cooperación internacional, entre otras, también son culturales, debido a la repercusión que tienen en el desenvolvimiento de la vida psíquica y material del hombre. Asimismo, habla de la necesidad de hacer un uso más extenso del término “consumo cultural”, ya que todo aquello que adquirimos y consumimos tiene una gran repercusión en nuestro modo de vida. A su vez, todas las industrias se relacionan entre sí: la mala alimentación nos lleva a necesitar la industria farmaceutica, la industria farmaceutica nos vende la apariencia saludable y estética, la imagen ideal se alimenta de la moda, y así sucesivamente.

Mato nos expone que Horkheimer y Adorno fueron los primeros en acuñar los términos y hacer sus respectivos estudios. Ellos querían evitar que la “cultura de masas” fuera interpretada como arte popular y por eso la llamaron “industria cultural”. Poco a poco varios autores fueron adueñándose del término hasta que quedo en “industrias culturales”. Para Mato, la ambientación de los orígenes de estos términos y sus críticas, fueron inherentes al arte, por esta razón es difícil encontrar estudios culturales sobre las industrias que aparentemente solo satisfacen necesidades. Así, se nos lleva a la conclusión de que todas las industrias son culturales, ya que todas resultan socio-simbólicamente significativas y a partir de ellas los consumidores producen sentidos. Ciertamente, como dice Mato, todo lo que consumimos define nuestra identidad personal y pertenencia grupal.


Al tener conciencia de esto, nos dirigimos a otra idea. Actualmente, nuestra sociedad gira casi exclusivamente en torno a la actividad económica, casi todo lo que adquirimos y consumimos tiene un valor monetario, incluso las prácticas religiosas y espirituales. Todo tiene un precio y pasa por manos de la industria. Lo que Mato expone ha sido pensado de otras maneras, muchos se llaman víctimas de la economía y piden otra manera de orientar la vida del hombre. El ejemplo de los juguetes es perfecto. La industria vende a los niños lo que quiere y a veces los padres ni se dan cuenta de los valores que sus hijos están asumiendo.

Una vez, en otro país, vi que un bebé varón jugaba con un cochecito y su muñeca, una cocinita y sus alimentos. Me sorprendió bastante, ya que en Venezuela la mayoría de los padres dirían que eso es sólo para niñas. Allí podemos ver el carácter machista de nuestro país, ya que obviamente un hombre también tiene el deber de pasear a sus hijos en coche y cuidarlos. Nunca he visto una publicidad donde aparezca una muñeca que es cuidada por un niño varón. ¿No nos da un gran poder tener conciencia de esto? ¿Hacer regulación sobre los valores que adquieren los niños mediante los juguetes no ayudaría a superar muchísimos problemas psicológicos de nuestra sociedad? No digo que en otras partes del mundo no pase, pero en esta región del mundo son demasiadas las madres solteras sin padres que se hagan cargo de sus responsabilidades. Si se sigue promoviendo que los niños solo deben usar carritos y deben tener muchas noviecitas no saldremos de la mentalidad machista. Esto es sólo un ejemplo, que ilustra el poder cultural de las industrias.

Indiscutiblemente, los dueños de industrias y medios de comunicación tienen demasiado poder. La sola decisión de lanzar un producto al mercado puede cambiar irremediablemente nuestras vidas. Debería buscarse una manera de hacer que el consumidor participe más en las decisiones. Sé que existen estudios de mercadeo, pero eso no quiere decir que la gente consienta consumir lo más aceptable. Al decir aceptable hago referencia a algo muy subjetivo, precisamente los interesados en estudiar el tema, son los que argumentarían qué es lo aceptable. A eso nos alienta Mata, a estudiar los fenómenos que cada industria produce en nuestras vidas.

Personalmente, me resulta incómodo salir a comer y no encontrar una bebida verdaderamente saludable, así que siempre me veo obligada a tomar agua, ya que por todos lados se vende Nestea y Cocacola. Por otro lado, cuando voy al médico me resulta molesto que me mande tantas pastillas, sabiendo que hay remedios naturales que logran el mismo efecto y sin intoxicar el organismo. Esos son ejemplos de cómo la industria alimenticia y farmacéutica afectan mi forma de vida. No lo digo en tono de drama, son sólo molestos detalles que muchos deben sentir en alguna parte de su día.

La reflexión de Mato da mucho que decir, es un tema que habla de nuestro día a día, de nuestra actual cultura.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Teoría Queer: La desaparición del significante (SEGUNDA EVALUACIÓN)

Siempre me ha llamado la atención los problemas por los que pasa una persona que no es heterosexual. Sé que el simple hecho de llamarla persona-no-heterosexual es totalmente desaprobado por los adeptos de la teoría de la que aquí deseo hablar. Pero, lamentablemente, al hablar de este tema me resulta inevitable recurrir a las categorías que tanto desean disolver los adeptos de la teoría queer. Realmente, nunca me ha importado mucho lo que las personas dicen sobre su sexualidad. Si alguien es gay, es gay. Si alguien es lesbiana, es lesbiana. Si, alguien es bisexual, es bisexual. Si alguien no sabe lo que es, simplemente no lo sabe.

El tema suele producir más escándalo del necesario. Entiendo que las personas no adaptadas al discurso heterosexual de nuestra actual civilización progresista, se han visto en terribles problemas de violencia y marginación. Comparto las luchas contra el sistema y sus abusos de poder, pero creo que usar categorías no es tan grave. Ciertamente, es denigrante que la política use las categorías estables de identidad sexual para actuar a favor o en contra de ellas. Pero creo que el problema no está en el significante, sino en el significado que a éstas se da.

¿No sería más fácil poder usar la palabra gay y lesbiana, pero sin que éstas tengan un significado peyorativo? Poder hablar y utilizar estas palabras sin que produzcan una reacción escandalosa sería más beneficioso que borrarlas. De por sí, borrarlas de nuestro diccionario sería muy difícil, al hombre de nuestros tiempos le gusta nombrar, distinguir, y bien sabemos que según el rumbo de nuestra civilización está muy lejos de dejar de hacer eso. Sería mejor que al decir “Tengo un amigo gay” sea casi lo mismo que decir “Tengo un amigo al que le gusta comer chocolates”. Sería más provechoso si al enterarnos de la inclinación sexual de una persona, reaccionáramos como si nos estuviéramos enterando de qué tipo de música le gusta escuchar. ¿No debería ser así? Un simple gusto, una inclinación.

El movimiento queer también comparte la lucha de todos aquellos sectores que son marginados (problemas raciales y étnicos). Este tipo de problemas necesitan ser llevados de la misma forma. Por ejemplo, en Maracaibo suele usarse la palabra guajiro para designar al pueblo indígena wayuu. Cuando oigo que alguien dice “el guajiro ese”, siento que lo hace con una carga de menosprecio, como si todo aquel que fuera guajiro tuviera algo malo. ¿No sería mejor que al decir guajiro fuera equivalente a decir llanero, caribeño, europeo, venezolano? Ciertamente, el problema no está en nombrar, el problema está en las imágenes y significados que una palabra puede producir en nosotros cuando la escuchamos. En muchos casos, sobre todo cuando se trata de personas de generaciones anteriores a la mía, cuando la palabra gay es escuchada lo primero que dicen es: ellos suelen tener sida, son promiscuos, son pervertidos, violan niños… ¿Acaso un heterosexual no puede ser asociado con estas imágenes?

Ahora, recordemos que lo queer se refiere a todas aquellas personas que no tienen un comportamiento sexual socialmente aceptable y “normal”. La política queer se opone a la idea de normalidad. He notado que muchas personas queer se jactan de ser queer, el ser diferentes les puede hacer sentir orgullosos y originales. Opino, que esta no es la actitud que debería tener una persona que quiere luchar por la igualdad de condiciones. Si recurrimos al diccionario de la Real Academia Academia Española, “normal” se nos define como: 1. adj. Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural. 2. adj. Que sirve de norma o regla. 3. adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano. Por otro lado, “anormal” se nos define como: 1. adj. Que accidentalmente se halla fuera de su natural estado o de las condiciones que le son inherentes. 2. adj. infrecuente. 3. com. Persona cuyo desarrollo físico o intelectual es inferior al que corresponde a su edad.

Estas definiciones son en realidad bastante cerradas, con respecto al uso que solemos darle a estas palabras. Generalmente, llamamos anormal a todo aquello que nos resulta muy diferente de lo que estamos acostumbrados. Las cosas serán llamadas de una manera u otra según el punto de vista. Ahora, ¿existe un verdadero consenso sobre lo que es normal? No. Teniendo conciencia de esto, ¿podemos decir con verdadera propiedad si una cosa es normal o anormal? Ciertamente, no. Podemos decir lo que opinamos pero no hablar por todo el mundo. La ambivalencia es la clave. Todos somos normales y anormales. Todos.

Anteriormente les hablaba sobre la posibilidad de cambiar el significado de las palabras que son utilizadas para denigrar y descalificar. ¿Y cuál es la mejor manera de lograrlo? A través de la costumbre. La gente se acostumbra a las cosas a través de los medios de información y comunicación. ¿Cómo creen que la gente se acostumbró a ver mujeres en bikini y en minifalda?
El Arte también juega un papel fundamental en este caso. ¿Qué pasaría si cada vez que fuéramos al cine una persona queer apareciera en la pantalla, como un personaje más, sin ser motivo de escándalo en la historia que se nos cuenta? Nos acostumbraríamos a tal punto, que en cierto momento dejaría de ser queer. Lo llamaríamos gay, lesbiana, travesti, prostituta, con toda normalidad. El cine es sólo un ejemplo, ya que hay muchos otros medios para lograr esta meta. El arte en general, lo puede, o al menos puede apaciguar la tensión que produce esta temática en nuestra sociedad.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Sector 9 y las geopolíticas del conocimiento


La profesora Gloria nos pidió que buscáramos alguna manifestación artística o cultural, ésta debe tener relación con las ideas expuestas por Walter Mignolo en sus Geopolíticas del conocimiento. Decidí hacer un análisis de Sector 9 (2009), una película producida en Estados Unidos y dirigida por el surafricano Neill Blomkamp.

Próxima continuación.

Fragmento II

Hispanoamérica: mito y surrealismo de Carlos Martín

"Importa tener en cuenta que el mito, además de superar el razonamiento discursivo, es forma de explicación del mundo y expresión de las estructuras sociales del tiempo y del espacio de donde ha sido proyectado. Asimismo, la creación o proyección de un mito nuevo presupone la estructuración, por refracción, de la imagen de una sociedad nueva, de una concepción del mundo adaptada o conformada a ese nuevo mito. Se da la doble acción mitológica de explicación y desciframiento de un misterio universal mediante el pensamiento “analógico” a la manera surrealista y el deseo de la realización de ese mito mediante la orientación del subconsciente colectivo. La adaptación a esa finalidad, lleva al cambio de las estructuras sociales y mentales”.