miércoles, 6 de enero de 2010

Resumen analítico sobre "Todas las industrias son culturales" de Daniel Mato (TERCERA EVALUACIÓN)

Es de opinión general que las “industrias culturales” son aquellas que procuran información y entretenimiento a las masas (publicaciones, radio, cine televisión, fotografía, música, espectáculos, entre otros). Sin embargo, Daniel Mato, en su texto Todas las industrias son culturales nos demuestra que el uso que se ha dado a este concepto es erróneo. Nos habla sobre la necesidad de reformular los métodos de análisis para lograr más eficacia en las investigaciones sobre los productos culturales y su producción de sentido en la sociedad.

Nos explica, con ejemplos, que las industrias de juguetería, automóvil, vestido, comida y cooperación internacional, entre otras, también son culturales, debido a la repercusión que tienen en el desenvolvimiento de la vida psíquica y material del hombre. Asimismo, habla de la necesidad de hacer un uso más extenso del término “consumo cultural”, ya que todo aquello que adquirimos y consumimos tiene una gran repercusión en nuestro modo de vida. A su vez, todas las industrias se relacionan entre sí: la mala alimentación nos lleva a necesitar la industria farmaceutica, la industria farmaceutica nos vende la apariencia saludable y estética, la imagen ideal se alimenta de la moda, y así sucesivamente.

Mato nos expone que Horkheimer y Adorno fueron los primeros en acuñar los términos y hacer sus respectivos estudios. Ellos querían evitar que la “cultura de masas” fuera interpretada como arte popular y por eso la llamaron “industria cultural”. Poco a poco varios autores fueron adueñándose del término hasta que quedo en “industrias culturales”. Para Mato, la ambientación de los orígenes de estos términos y sus críticas, fueron inherentes al arte, por esta razón es difícil encontrar estudios culturales sobre las industrias que aparentemente solo satisfacen necesidades. Así, se nos lleva a la conclusión de que todas las industrias son culturales, ya que todas resultan socio-simbólicamente significativas y a partir de ellas los consumidores producen sentidos. Ciertamente, como dice Mato, todo lo que consumimos define nuestra identidad personal y pertenencia grupal.


Al tener conciencia de esto, nos dirigimos a otra idea. Actualmente, nuestra sociedad gira casi exclusivamente en torno a la actividad económica, casi todo lo que adquirimos y consumimos tiene un valor monetario, incluso las prácticas religiosas y espirituales. Todo tiene un precio y pasa por manos de la industria. Lo que Mato expone ha sido pensado de otras maneras, muchos se llaman víctimas de la economía y piden otra manera de orientar la vida del hombre. El ejemplo de los juguetes es perfecto. La industria vende a los niños lo que quiere y a veces los padres ni se dan cuenta de los valores que sus hijos están asumiendo.

Una vez, en otro país, vi que un bebé varón jugaba con un cochecito y su muñeca, una cocinita y sus alimentos. Me sorprendió bastante, ya que en Venezuela la mayoría de los padres dirían que eso es sólo para niñas. Allí podemos ver el carácter machista de nuestro país, ya que obviamente un hombre también tiene el deber de pasear a sus hijos en coche y cuidarlos. Nunca he visto una publicidad donde aparezca una muñeca que es cuidada por un niño varón. ¿No nos da un gran poder tener conciencia de esto? ¿Hacer regulación sobre los valores que adquieren los niños mediante los juguetes no ayudaría a superar muchísimos problemas psicológicos de nuestra sociedad? No digo que en otras partes del mundo no pase, pero en esta región del mundo son demasiadas las madres solteras sin padres que se hagan cargo de sus responsabilidades. Si se sigue promoviendo que los niños solo deben usar carritos y deben tener muchas noviecitas no saldremos de la mentalidad machista. Esto es sólo un ejemplo, que ilustra el poder cultural de las industrias.

Indiscutiblemente, los dueños de industrias y medios de comunicación tienen demasiado poder. La sola decisión de lanzar un producto al mercado puede cambiar irremediablemente nuestras vidas. Debería buscarse una manera de hacer que el consumidor participe más en las decisiones. Sé que existen estudios de mercadeo, pero eso no quiere decir que la gente consienta consumir lo más aceptable. Al decir aceptable hago referencia a algo muy subjetivo, precisamente los interesados en estudiar el tema, son los que argumentarían qué es lo aceptable. A eso nos alienta Mata, a estudiar los fenómenos que cada industria produce en nuestras vidas.

Personalmente, me resulta incómodo salir a comer y no encontrar una bebida verdaderamente saludable, así que siempre me veo obligada a tomar agua, ya que por todos lados se vende Nestea y Cocacola. Por otro lado, cuando voy al médico me resulta molesto que me mande tantas pastillas, sabiendo que hay remedios naturales que logran el mismo efecto y sin intoxicar el organismo. Esos son ejemplos de cómo la industria alimenticia y farmacéutica afectan mi forma de vida. No lo digo en tono de drama, son sólo molestos detalles que muchos deben sentir en alguna parte de su día.

La reflexión de Mato da mucho que decir, es un tema que habla de nuestro día a día, de nuestra actual cultura.

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